Adiestrar a una ardilla coreana, supone una alta dosis de paciencia y constancia. Siempre tendremos más éxito con una ardilla joven y curiosa que con una adulta y asustadiza. Por lo tanto a la hora de adquirir nuestra ardilla, lo mejor es comenzar con un solo ejemplar, de unos seis meses de edad, seleccionando aquella ardilla que se muestre más intrépida y más receptiva a los estímulos.
Para saber si una ardilla es joven, sólo hay que fijarse bien en ella y compararla con las que están a su alrededor. Una ardilla joven se caracteriza por tener la cabeza y los ojos, ligeramente más grandes que el resto de ejemplares de la misma jaula. Además, suelen ser más pequeñas y rechonchas que las ardillas adultas.
Los primeros días es conveniente facilitarle bebida y alimento abundante. Pasadas un par de semanas, y una vez cubiertas sus necesidades de alojamiento y manutención, procederemos a su adiestramiento. Durante unos días permaneceremos delante de la jaula para que empiece a acostumbrarse a nuestra presencia, dándole a entender que no representamos ningún peligro para ella.
La cola de la ardilla es un sistema de comunicación muy preciso, si está erizada y la mueve sistemáticamente, representa temor o recelo. Si la cola esta relajada, significa que la ardilla está tranquila y por lo tanto preparada para el adiestramiento.
Después de unos días de abundancia, reduciremos radicalmente el alimento, para generarle dependencia de nosotros. Comenzaremos a ofrecerle la comida de nuestra mano a través de la jaula. Lo habitual es que acumule toda la comida en sus carrillos y después lo descargue en el nido.
El siguiente paso es introducir la mano dentro la jaula y ofrecer la comida sobre la palma de la mano, para motivar a la ardilla a posarse en nuestra mano a comer el manjar que le estamos ofreciendo.
Cuando la ardilla confía en nosotros podemos comenzar a darle la comida y al tiempo acariciarle, y así se va acostumbrando al contacto con nosotros. Es interesante coger la comida con fuerza para que a la ardilla "luche" y le cueste cogerla. Con el paso del tiempo conseguiremos que se ponga tranquilamente en nuestra mano a comer, y podamos jugar con ella.
No hay que precipitarse e intentar obligar a posarse en la mano a la ardilla en las primeras sesiones, es necesario que se adapte primeramente a nosotros, a nuestro tacto y a nuestro olor. Si nos precipitamos podemos perder días de confianza y echar por tierra parte del trabajo.
Cuando nuestra ardilla ya esté preparada para investigar fuera de la jaula, es fundamental cerrar puertas y ventanas para evitar escapadas no deseadas. Sacar a una ardilla en una habitación completamente vacía o en un pasillo carece de interés para ella. Prefiere una habitación llena de muebles y objetos, donde poder buscar, correr, trepar, saltar, etcétera. Normalmente cuando se cansa de investigar vuelve a la seguridad de su jaula, sin embargo algunas veces puede resultarnos costoso que entre de nuevo. Para que la ardilla regrese dentro de la jaula, es imprescindible no ofrecer comida cuando el animal esté fuera, de tal manera que cuando se encuentre hambrienta regresará a la jaula a por alimento.
En todo el proceso debemos utilizar un nombre corto, un silbido o un ruido característico para que luego acuda a nuestra llamada.
No es recomendable acostumbrar a nuestra ardilla a vivir libremente por la casa, pues es muy posible que se pierda o se accidente.
Las sesiones de adiestramiento deben ser cortas, especialmente cuando se trata de ardillas jóvenes, con movimientos lentos y calmados, pues de lo contrario se pueden sentir agredidas. Disfrutan trepando por el cuerpo y la ropa, así como buscando comida escondida en los bolsillos.
Nunca hay que coger a una ardilla sujetándola en la mano, pues al sentirse atrapada, intentará escapar, desconfiará de nosotros, y puede incluyo que nos muerda. Por lo general, sólo morderá con fuerza si se le manipula incorrectamente apretándola o acosándola.