El pasado 5 de diciembre celebrábamos el Día Internacional de los Voluntarios. Los homenajeados eran miles de héroes anónimos que dedican su tiempo y esfuerzos a trabajar por los menos favorecidos de nuestra sociedad. Hoy desde Mascotea pretendemos rendir un pequeño homenaje a todas esas personas que, sin sueldo ni reconocimiento, trabajan día a día por los miles de mascotas abandonadas en nuestro país. ¡Va por ellos!
El abandono de mascotas, un problema creciente
Según fuentes acreditadas, cada 3 minutos una mascota española es abandonada. Cientos, miles de gatos, perros, aves, tortugas, hurones, chinchillas, loros, serpientes… y hasta cerdos vietnamitas se dejan en la calle, los bosques y, los más afortunados, en las puertas de los albergues y las protectoras.
Albergues públicos saturados
Normalmente si la policía localiza una mascota abandonada la recoge y la lleva al albergue municipal. El personal de estos locales, como parte del programa de Salud Pública, debe ocuparse del animal, alimentarlo y mantenerlo en perfectas condiciones hasta que su cuidador pase a recogerlo. Cuentos de hadas aparte, a los pocos días de llegar, la mascota no identificada será sacrificada. El hacinamiento, el exceso de trabajo o la falta de financiación son las excusas de los responsables de este problema que crece día tras días sin que, aparentemente, nadie busque una solución viable.
Albergues privados sin financiación
Si los recortes han llegado a la Sanidad Pública, la investigación o la educación ¿cómo no van a llegar al respeto de la vida de otros seres vivos? Albergues y residencias que antes conseguían sin demasiadas dificultades alimentos o financiación directa por parte de los ayuntamientos han visto cómo se cerraba el grifo. Ahora, no cae ni gota. Ausencia de ingresos. Aumento de gastos por saturación. ¿Qué hacer?
La respuesta: Los voluntarios y las voluntarias
Hemos pintado un panorama bastante triste ¿verdad? Ahora la buena noticia: la solidaridad de los españoles. El pueblo español siempre ha tenido fama de solidario y, en los últimos tiempos, incluso más. Hombres, mujeres y niños, de cualquier edad, situación social o nivel cultural deciden echar una mano y aportar su granito de arena ayudando a los que no pueden hacerlo solos. Ayudan a mujeres y niños víctimas de maltratos, a las familias al borde del desahucio, a la población civil que paga con su sángrela codicia de las guerras. Y, como no podía ser de otra manera, los valiosos voluntarios ayudan a esas miles de mascotas que, indefensas, ven cómo su familia les cierra las puertas de su propio hogar. La labor que están haciendo los miles de voluntarios y voluntarias por las mascotas es impagable. No olvidemos que, aparte de su espíritu altruista, todas estas personas tienen sus propias preocupaciones, problemas, deudas y responsabilidades.