Si tienes dos perros en casa o tu peludo suele pasar algún rato con otro animal de su misma especie, seguro que te habrás fijado en que parece que "hablan" entre sí. De pronto, uno descubre algo y, con un simple ladrido, su amigo acude a ver qué pasa. Uno decide que el otro se vaya al salón, le mira fijamente, gime un poquito y, automáticamente, pasito a pasito vemos cómo el perrillo emigra hacia donde se le ha indicado.
Comunicación no verbal en los perros
Como seguro que sabes, hay dos tipos generales de comunicación: la verbal - en la que los mensajes se intercambian por medio de un código de sonidos previamente establecidos - y la no verbal, aquella en la que los mensajes son enviados, recibidos y decodificados mediante movimientos de partes del cuerpo, expresiones de la cara, posturas corporales, etc. La comunicación no verbal entre animales se ha estudiado largo y tendido y desde hace cientos de años. Darwin, por ejemplo, ya describía en su libro "La expresión de las emociones en el hombre y los animales" cómo un levantamiento del labio superior de un perro podía indicar amenaza o cómo la postura "boca arriba", con sus órganos más vulnerables al aire, expresaba que el peludo confía plenamente en quien le rodea. Si sigues nuestro blog, seguro que has leído un interesante artículo sobre las señales de calma de los perros. En ese texto explicábamos algunas de las señales más comunes por las que los perros se comunican entre sí y con nosotros. Panza arriba para mostrar sumisión y confianza total, movimientos lentos para ralentizar situaciones demasiado estimulantes, quietud de estatua para hacerse invisible y pasar desapercibido… multitud de pequeños gestos comunicativos que conforman la base más conocida del lenguaje canino.
Comunicación verbal en los perros
A pesar de que ya Darwin hablaba en el siglo XVIII de la comunicación verbal de los perros (diferentes tipos de ladridos en función de su estado de ánimo) todavía mucha gente cree los perros sólo utilizan la comunicación no verbal en su interrelación. Movimientos de oreja, miradas, posición de la cola, postura corporal… todo lo que ya sabemos. Pero la experiencia, y los estudios, nos han demostrado que los perros también manejan códigos establecidos que conforman una comunicación del tipo verbal: ladridos, aullidos, gemidos… sonidos determinados que transmiten mensajes más o menos complejos. Hablamos de sonidos que tienen la capacidad de provocar estados de excitación o de calma entre los perros. Ejemplos de sonidos que alteran negativamente el ánimo de nuestras mascotas son, por ejemplo, los ladridos que alertan sobre un peligro inminente, los aullidos de aburrimiento, dolor o hambre, los gemidos de excitación… Ejemplos de sonidos que alteran de forma positiva el ánimo de nuestro perro podrían ser los gemidos de excitación ante la llegada de un suculento plato de carne, los estallidos de ladridos gozosos cuando llega a casa su humano favorito y, también, las risas. ¿Pero qué estoy diciendo? ¿Los perros se ríen? Pues sí.
Ríe peludo, ríe
Quien dice que los perros no sonríen es que nunca ha visto o tenido uno. Cierto es que, por sus características físicas, la sonrisa de un peludo puede no ser tan visible o estar tan marcada como la nuestra pero, sin lugar a dudas, un perro que está jugando o al que se está halagando y mimando, sonríe de oreja a oreja.
Pero decimos que, además de sonreír, los perros son capaces de emitir risas. No son carcajadas como las de los seres humanos, pero son sonidos con un tono y una frecuencia determinados que, cuando son percibidos por otras mascotas, son capaces de relajar sus ánimos y provocar en ellos estados de calma, alegría e, incluso, euforia. Uno de los estudios más reputados que consolidan esta teoría fue el realizado por la especialista en comunicación animal Patricia Simonet (1959-2010). Esta estudiosa del comportamiento animal llegó a grabar y reproducir un CD que contenía 45 minutos de risas de perros. El resultado fue pasmoso: tras unos segundos de escuchar la grabación, los agresivos y excitados perros se iban calmando paulatinamente. El poder de la risa canina había ganado la batalla.