Es muy común que nuestros mascoteros se quejen amargamente porque sus compañeros caninos tiran de la correa. Y es tan habitual, que incluyo también a profesionales de los animales que tienen bien educados a sus perros y saben un montón de trucos, pero les cuesta mantener a sus perretes al lado siempre que quieren. Entonces, ¿cuál es la razón por la que nos resulta mucho más difícil conseguir que nuestro perro no esté continuamente tirando de la correa?
Lo que ocurre en los humanos
Hay varias razones generales por las cuales las personas nos encontramos con estos problemas, y que por supuesto estamos pasando por alto o, en el mejor de los casos, no estamos prestando la atención que deberíamos. Algunos ejemplos:
- La recurrente prisa: En el mundo en el que vivimos parece que todo está medido por el segundero, y por lo tanto, disponemos de X minutos (horas, a poder ser) para sacar a nuestros perros a la calle para que corran, jueguen, olfateen, hagan sus necesidades y se socialicen con otros perros. Por eso, cuando el perro tira de la correa, aunque sea un fastidio para el mascotero, lo que estamos pensando es en llegar pronto al parque o la zona de recreo para que nuestro compañero de 4 patas disfrute al máximo y de paso, deje de tirar de la correa. Parar a regañarle, darse la vuelta o emplear tiempo en corregir esta conducta, hace que nuestro perro tenga menos tiempo para su tiempo de ocio o nos retrase a nosotros en nuestras actividades.
- No prestar atención al perro: precisamente porque nos faltan horas en el día, el momento de sacar al perro es perfecto para hablar por el móvil o mandar algún mensaje, aliviar algo de trabajo o simplemente para socializarnos nosotros mismos. El perro tira, por los motivos que veremos más abajo, y nuestros mascoteros siguen ensimismados en sus tareas, por lo que no recibe ninguna información de que lo que hace es molesto y no debe hacerlo.
- Falta de conocimiento. Por supuesto hay quien quiere hacer que su perro deje de tirar, y por más tirones que le de con la correa no lo consigue. Cuidado, por favor, mucho cuidado con los tirones de correa, que pueden ser tan perjudiciales para el animal, principalmente si lo que lleva es un collar en vez de un arnés.
- Según cómo sea la utilización de la correa, estaremos fomentando la actitud del perro. Es decir, si cuando el perro tira encuentra resistencia y esta resistencia le permite empujar hacia delante, y de hecho lo hace y lo mantiene, estaremos comunicando al perro que lo que hace está bien, y por tanto, lo repetirá y además fortalecerá sus músculos. Es por ello que ejercer presión perpendicularmente al perro hacia atrás es sin duda una mala idea...
Lo que ocurre en los perros
Pero no hay que ser injustos: lo cierto es que no solo nosotros fomentamos que nuestro perrete tire de la correa. De hecho, el que tira es él, ¿verdad? Y he aquí algunos ejemplos del por qué de la actitud de nuestro can:
- Es la hora del parque, así que sabe que cuando llegue allí, tendrá su momento de gloria donde podrá divertirse. Es decir, cuanto antes llegue, antes podrá comenzar su felicidad plena.
- Estamos en la calle, ¡con la cantidad de estímulos que eso conlleva! Olores, sabores, sonidos, movimiento, perros que conozco o que no conozco... todo es más interesante que quien está en el otro extremo de esa molesta correa. ¡Quiere ir a ver qué es todo eso que la vida le presenta!
- Ellos salen a dar un paseo, pero su ritmo es más rápido que el de la persona media, por lo que, auque respete todos esos ruidos y multitud de cosas para explorar hasta que esté suelto o en un lugar donde se le permita, tiene que estar continuamente esperando a que su cuidador vaya un poco más rápido. Cuando no lo hace... tira de la correa.
- El camino es aburrido, ya se lo conocen: cada esquina, el olor del bóxer de hace 10 minutos, el paso de cebra donde siempre paráis, el sonido del coche que pita todos los días al que está en doble fila... Así que volviendo a la consecuencia del primer punto, cuanto antes llegue al parque, mucho más tiempo de diversión.
Seguramente te hayas visto reflejado en algunas de estas situaciones y hayas tomado conciencia de que, efectivamente, hay cosas que se deberían mejor... ¡perfecto! Es un comienzo estupendo para comenzar a cambiar las cosas. ¿Cómo? Sigue leyendo y te daremos algunas ideas.
¿Cómo cambiar esta realidad?
Cada maestrillo tiene su librillo, y cada cuidador conoce más que nadie a su compañero de viaje, por lo que aquí únicamente voy a señalar algunas sugerencias que pueden ser, por supuesto, modificadas en cada caso.
- Creo que una de las cosas más sencillas para hacer es cambiar de itinerario. El perro tiene lugares nuevos para conocer, es un ambiente novedoso y tendrá más cosas en las que fijarse, sin la seguridad que le da conocer absolutamente todo en su camino.
- Algún mascotero me dirá que si tiene más cosas con las que distraerse, tirará más para ir a investigarlas. Así que mi ssegunda sugerencia es que consiga que el perro esté más atento al cuidador que al resto de estímulos. ¿Cómo? El paseo hasta el parque puede ser un escenario perfecto para practicar algunos ejercicios en la educación, como el sentado, el tumbado o el quieto. Además, se puede aderezar con potenciar que el perro vaya andando pegado a ti, haciendo giros inesperados que el peludo deberá seguir y por lo tanto, no perderle de vista durante ese trayecto.
- Hemos dicho ya que si el perro tira, no obtiene su recompensa. Para esto es indispensable dedicar un tiempo a tu mejor amigo. El camino se puede hacer largo y pesado, pero en cuanto el perrete sepa que por cada tirón que nos dé retrocederemos dos o tres pasos, ya se las apañará para que la correa vaya siempre colgando y nunca se tense.
- Otra forma de disuadir al perro de su empeño en conseguir lo que quiere, es utilizar un arnés de entrenamiento, con una evilla en la parte inferior del pecho del animal, para que cada vez que tire el perro se gire en otra dirección, relajando además de tensión la zona del cuello que ya hemos comentado que es peligrosa para tirones.
Por favor, ten en cuenta que estamos hablando de educar a nuestra mascota para que se adapte a las reglas de nuestra sociedad. No necesitamos gritar ni hacerle daño de modo alguno. Si el perro no hace lo que le pedimos, lo primero que debes revisar es si tú se le has explicado correctamente lo que quieres que haga.