Una de las afecciones más habituales que pueden sufrir nuestros perros y gatos es la presencia de parásitos intestinales. El problema no es menor ya que pueden ser los culpables de que nuestro peludo sufra problemas serios de salud como diarrea, sangrado intestinal, anemia, pérdida de peso, pérdida de pelo, problemas dérmicos, etc. Y como la información es poder, hoy vamos a intentar conocer un poco mejor a esos diminutos, pero muy poderosos, enemigos naturales de nuestras mascotas.

¿Qué es un parásito?

Si recordáis, en las clases de Biología, Ciencias Naturales o Adaptación al Medio, el profesor definía "parásito" como "un ser vivo que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo".

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Los parásitos intestinales se alojan en el interior del organismo y succionan nutrientes y sangre. Quizá estos bichos no causen la muerte directa de nuestra mascota, pero sí pueden hacer que enferme gravemente, se debilite y, de forma indirecta, muera. Además, algunos de estos parásitos se pueden contagiar al ser humano y provocar afecciones, síntomas y enfermedades parecidas a las de los peludos. Es fundamental que el perro o gato de casa no tenga estos poderosos bichitos en su organismo, no solo por su salud, sino por la de toda la familia.

Síntomas principales

En muchas ocasiones, la presencia de un parásito intestinal puede pasar desapercibida a los cuidadores de las mascotas por la levedad de sus síntomas. Otras veces, en cambio, producen un daño tal en el pequeño organismo de nuestro mejor amigo, que enseguida nos daremos cuenta de que "algo" no va bien. Los principales síntomas que nos pueden hacer sospechar de la existencia de parásitos intestinales son los siguientes:

  • El perro o gato adelgaza sin que pierda el apetito, coma menos cantidad de alimento o haga más ejercicio del habitual. 
  • El pelo del animal se vuelve opaco, falto de brillo o excesivamente frágil sin haber alterado sus pautas o productos de higiene (cepillado diario, tipo de champú, etc.).
  • La mascota se cansa demasiado respecto al ejercicio que hace, se vuelve más apática, tiene pocas o ninguna gana de jugar…
  • El vientre del animal está hinchado al tacto incluso estando en ayunas. 
  • En las heces del animal o alrededor de su ano aparecen unas bolitas blanquecinas del tamaño de un grano de arroz.

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Estos síntomas pueden ser reflejo de la presencia de muchas enfermedades, pero también de la presencia de parásitos internos, así que si los observamos… derechitos al veterinario.

Principales parásitos intestinales

Aunque hay varios tipos de parásitos intestinales, los más conocidos por los mascoteros son los gusanos (vermes). Encontramos gusanos redondos y gusanos planos o tenias.

Gusanos redondos: son muy frecuentes en cachorros de perros y gatos. Los más habituales son el toxocara canis y el toxocara leonina en perros y el toxocara cati y toxocara leonina en gatos. Se suelen introducir en el organismo de la mascota vía placenta y vía oral cuando el animal ingiere heces infectadas.

Otros gusanos redondos que pueden infectar a nuestra mascota son los peligrosos ancilostómidos. Estos parásitos se contagian de la misma forma que los anteriores: por la placenta y por ingerir heces infectadas.

Gusanos planos o tenias: la principal tenia que afecta a los gatos y perros adultos es la dipylidium caninum. Su incidencia es mayor que la del resto de parásitos porque el animal se contagia de ella cuando ingiere piojos o pulgas que han sido infectados con este microorganismo.

Otra tenia bien conocida por los veterinarios tiene un nombre curioso: quiste hidatídico. Se suele contagiar en perros y gatos por vía oral cuando el animal come carne cruda infectada como huesos, pedazos de carne o cadáveres de ratones o pájaros infectados. Es uno de los parásitos que más fácilmente se contagia al ser humano.

Contagio y principales medidas de prevención

Desafortunadamente, hay muchas formas de que nuestro perro o gato - sobre todo el perro - se contagie de estos parásitos. Las larvas y huevos de los parásitos pueden esperar a su víctima perfecta en una gran cantidad de "escondites": en la arena de la playa o del parque, sobre las plantas del jardín, en una esquina de un edificio, en la piel de alimañas como las ratas, en las plumas de las palomas callejeras… Las vías de contagio son fundamentalmente dos:

  • Vía interna: los cachorros que están en la placenta se contagian antes de nacer de los parásitos albergados en el interior del intestino de la madre.
  • Vía oral: los propios parásitos, sus huevos o sus larvas penetran en el interior del organismo de la mascota por su boca (si lamen una zona con presencia de parásitos, si ingieren heces infectadas, si toman algún alimento sucio, mal lavado o infectado, etc.).

Una vez diagnosticada la presencia de parásitos intestinales en el interior del organismo de nuestro perro o gato, nuestro veterinario nos indicará una serie de pautas para eliminarlos. Pero estas pautas (tratamiento médico) pueden no impedir que vuelva a contagiarse, así que intentaremos observar algunas medidas de prevención básicas como son:

  • Desparasitar internamente a la mascota de forma periódica según las instrucciones del veterinario. 
  • Protegerle de pulgas y piojos (pipeta, collar antiparasitario, etc.).
  • Evitar que el perro coma heces o lama el suelo donde haya marcas de suciedad.
  • Impedir que el perro o gato coma cadáveres de pequeños animales o alimentos desechados de los contenedores de comida. 
  • No dar nunca a la mascota carne cruda sin cocinar. 
  • Extremar la higiene de la cama y comedero del perro y del gato: lavar periódicamente su ropa "de cama" y fregar a diario sus boles de comida y bebida.

Y, como siempre, la mejor medida de prevención: ocuparse del perro o del gato como un miembro más de la familia.



  Sobre el autor

Marta Barrero

“Se puede vivir sin perro, pero no merece la pena” es una de las máximas de Marta Barrero, nuestra redactora especializada en formación, comunicación y publicidad.

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