Todo el que haya convivido con un gato sabe que acariciarlo nos relaja y potencia la felicidad. Es más, ya se ha demostrado que acariciar a los animales es una terapia contra depresión, ansiedad, tristeza... Pero ojo, a un gato no le gusta que le despeinen acariciándole de cualquier manera, así que ¿cómo hacer que esas caricias sean buenas para humano y gato? Pues para eso estamos en Mascotea, para contaros hasta el más minimo detalle y curiosidad de nuestras mascotas!
Primero, las presentaciones
Como en toda buena relación, primero necesitamos presentarnos adecuadamente, ¡no podemos dar un afectuoso abrazo a un extraño nada más conocerlo! Lo mejor para los gatos es acercarles hacia la nariz nuestro dedo. De ese modo sabremos si el felino está abierto a unas cuantas caricias o si por el contrario prefiere estar a sus cosas.
Si el gato se acerca y se frota ligeramente contra nuestra mano, es un claro indicativo que dice puedes darme mimos. Si ya hemos compartido nuestra vida un tiempo con ese pequeño amigo felino, seguramente no necesitemos ee indicativo para saber cuando está de humor.
Dónde podemos acariciar a un gato...
Tras las presentaciones, y si no conocemos demasiado al gato, lo mejor es rascarle ligeramente con los dedos en su cabeza, entre las orejas dirigiéndonos ligeramente hacia el cuello. Seguramente él entrecerrará los ojos y puede que emita algún que otro ronroneo, síntoma de que está feliz con ese gesto. No debemos ser bruscos ni rascar de manera fuerte y rápida, ya que puede que le disguste y salga corriendo.
Otra manera de acariciarles que les encanta es con la palma de nuestra mano extendida y recorriendo desde su cabeza hasta su cola. Hacer ese movimiento suavemente suele hacer las maravillas de nuestro felino que seguramente arqueará su lomo para irse amoldando al movimiento de la mano. Eso sí, algo muy importante es hacerlo siempre en ese sentido. A los gatos no les gusta demasiado que les acaricien en sentido contrario al crecimiento del pelo, y puede que nos muestre un buen gesto de enfado si se nos ocurre esa idea!.
... y donde no debemos acariciarle!
No podemos hablar de puntos exactos que les pongan de los nervios, ya que cada gato tiene una personalidad única y una forma de ser que la convivencia hará que conozcamos. Pero sí hay algunas zonas que, sobre todo en gatos que no conozcamos bien, tendremos que evitar si no queremos que saque su genio!
- Zona de la tripa: aunque parezca un pompón que sea toda una tentación para acariciar, o él mismo nos ponga su tripilla panzarriba, no siempre quiere ser una invitación para que le acariciemos ahí. Puede tomarlo como una iniciación de juego, pero que suelen ser algo moviditos y consistentes en atrapar nuestra mano para realizar un ataque jueguetón pero algo desmedido!
**Sabías que...?
Si un gato te coge la mano al acariciarle la tripa con intención de jugar un poco a lo bruto, lo mejor es dejar nuestra mano totalmente quieta, nunca moverla ni tirar bruscamente. Si tiramos, lo más seguro es que sin querer nos arañe; y si la movemos lo considerará como "seguimos jugando" y atrapará aún con más fuerza. Al dejar nuestra mano quieta entenderá que se acabó el juego y nos soltará inmediatamente.
- Patas traseras: no suele gustarles demasiado que andemos tocando sus patas, y menos las traseras! Un gato con el que convivamos día a día lo más seguro que no ponga impedimento, pero si es un gato extraño, mejor no acariciarle sus pies.
- La cola: es uno de los puntos más sensibles del gato, y puede que se ponga nervioso ante el miedo a que se le pueda hacer daño.
- El mentón y la zona de la garganta: aunque para muchos el rascarles la barbilla es algo de lo más placentero, a otros no les gusta nada, y mucho menos si no se tiene la suficiente confianza con ellos! Hay veces que puede que hasta empiecen a levantar la cabeza en un gesto de "así está bien" y de repente, ¡zas! gira rápidamente la cabeza y nos da un pequeño mordisco. Se debe a que el cuello es una zona sensible para ellos, y puede que en tan solo un milímetro, ese gustito se transforme en amenaza.
Pero no nos cansaremos de decirlo: cada gato es un mundo. A unos puede que les encante que les rasquen la barriga y a otros mejor ni acercárles la mano a esa zona. Sea como sea, sin lugar a dudas el acariciar el suave y cuidado pelaje de un gato, es una de las sensaciones más agradables que existen. Y es que ya lo dijo el famoso escritor Victor Hugo, "Dios hizo el gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre."