Los gatos son animales tremendamente curiosos. Siempre andan investigando todo a su alrededor, y si son plantas mejor ya ni hablar, ¡los vuelven locos! Qué mejor que mordisquear suavemente las verdes hojas de una planta... Pero cuidado, no todas las plantas son tan apeteciblemente mordisqueables. En el caso de las plantas de aloe, pueden resultar bastante dañinas para nuestro pequeño felino.
El aloe es una planta que se suele utilizar con fines medicinales gracias a su savia, una sustancia pegajosa que se utiliza para curar quemadras, problemas de piel y un largo etcétera. Pero hay que recordar que muchas veces, lo que a nosotros nos cura, hace daño a nuestras mascotas. El caso del aloe, tanto el aloe vera como el aloe nobilis, es una de esas muestras
El aloe, tóxico para los gatos
La savia del aloe es como un "detergente", posee una composición desinfectante que es la que limpia heridas y cura nuestra piel. Ese "detergente" es en realidad un compuesto algo tóxico llamado saponinas, que también encontraremos en otras plantas bulbosas y típicas de las zonas desérticas. La saponina es bastante tóxica y venenosa para los gatos, aunque también hay que tener cuidado con otro tipo de animales como perros, pájaros o roedores.
La ingesta de aloe en cierta cantidad por parte de nuestro gato, dará paso a una serie de síntomas, tales como:
- Diarrea
- Vómito
- Pérdida de apetito
- Depresión
- Temblores
- Cambio de color y olor en la orina
Estos síntomas puede que no aparezcan inmediatamente al ingerir el aloe. Puede que vayan apareciendo poco a poco, o que no se de el caso de que se produzcan todos. Normalmente, empiezan a aparecer a las 6-12 horas de haber comido la planta, por lo que tendremos que acudir con nuestro gato lo antes posible al veterinario. Es aconsejable también llevar partes de la planta de aloe que haya ingerido, para que el especialista sepa mejor como actuar rápidamente.
Hay que tener en cuenta que puede que si la ingesta de aloe por parte de nuestro pequeño curioso no es muy grande (por ejemplo, solo le da un pequeño mordisco), no se produzca dicha intoxicación y ni nos demos cuenta de que no ha resistido la tentación de dar un bocadito tan sabroso. Lo mejor en todo caso es no tentar a la suerte. En la medida de lo posible si se puede evitar ese tipo de plantas en casa será la mejor opción para que nuestro pequeño peludín no nos de un buen susto. Si no, al menos tenerla en una zona a la que no pueda acceder. Aunque recordemos: son gatos, si se les dice donde NO pueden ir, ¿cuánto aguantarán sin acercarse a curiosear por esa zona prohibida? ;)