A pesar de que este año se está alargando el calorcito, dentro de nada los pueblos y ciudades de casi toda España se pintarán de blanco nieve. Temperaturas bajo cero, corrientes gélidas, suelos mojados, granizo… Estampas típicas invernales que, cómo no, afectan de una u otra forma a nuestras mascotas.
Algunas razas caninas soportan bien las bajas temperaturas, otras… no tanto. La avanzada o corta edad y el estado de salud general de nuestro peludo también son factores a tener en cuenta para garantizar que la mascota pase un buen invierno. Hoy, en Mascotea, hablamos de cómo cuidar a nuestro mejor amigo durante los meses invernales.
Unas cuantas premisas básicas:
Mucha gente - que normalmente no tiene ni idea de animales - afirma que los perros no sienten el frío y que pueden dormir perfectamente al aire libre. Nada más lejos de la realidad.
Los perros caseros no son animales salvajes, son seres vivos a los que hemos acondicionado a vivir en lugares templados y aislados de la humedad. Hay ciertas razas como el San Bernardo o el Husky Siberiano que, por genética, soportan excelentemente bien las bajas temperaturas, pero son excepciones. Los perros mestizos y de raza que suelen formar parte de nuestras familias no poseen las defensas corporales que les permiten vivir sin problema en temperaturas extremas.
Independientemente de su raza, es importante recordar que:
- Cuando un perro se hace mayor es más sensible a sufrir los efectos del clima (frío y calor extremos).
- El cuerpo de los cachorros aún no ha desarrollado su potencial defensivo al 100%.
- Las enfermedades crónicas o puntuales pueden acentuar los efectos adversos del clima en nuestro animal de compañía.
Algunos consejos concretos
Dormir a la intemperie.
Si tienes un perro grande dedicado a la guarda de tu vivienda y decides que duerma a la intemperie, es tu responsabilidad habilitar un espacio que le proteja de los efectos de las bajas temperaturas:
- Elige una caseta que tenga su puerta de entrada en una esquina (no en el centro). De esta forma el peludo tendrá varias esquinas templadas para dormir.
- Coloca la caseta en una zona lo más protegida posible. Comprueba especialmente que la puerta no permita el paso directo del viento o la lluvia.
- Recuerda que la caseta no debe estar nunca en contacto directo con el suelo. Aíslala colocándola sobre una plataforma de madera o similar.
- Si es posible, tapa la apertura con una puerta especial (gatera) o un plástico duro que permita el acceso del perro pero que impida que entren rachas de viento, lluvia, nieve, etc.
- Coloca en el interior de la caseta varias mantas abrigadas. Revisa a diario que estas prendas de abrigo no estén húmedas.
Disfrutar de la nieve.
Si tu perro es de tamaño pequeño, cachorro o frágil por edad o enfermedad, uno de sus puntos débiles se encuentra en las patas. Las almohadillas de los perros cumplen varias funciones: regulan su temperatura corporal, absorben los golpes sobre los huesos de los dedos y las patas, sirven como antideslizantes en los suelos resbaladizos… Además de ser polivalentes, estas partes del cuerpo de tu peludo son muy delicadas y pueden sufrir mucho los rigores del clima. Por ejemplo, ¿sabías que el contacto prolongado con la nieve produce importantes quemaduras?
Si te gusta disfrutar de la nieve con tu peludo, genial, pero debes adoptar una serie de precauciones básicas:
- Si tu perro tiene las almohadillas tiernas o delicadas, cómprale unos patucos especiales para perros. En este caso este accesorio no es una moda o un capricho, es una importante protección que evitará quemaduras y lesiones.
- No permitas que el perro permanezca horas y horas paseando o jugando sobre la nieve sin protección. Cuando termine el paseo, revisa bien las plantas de las cuatro patas, sécalas con una toalla y si observas grietas, decoloración o hinchazón, lleva inmediatamente a tu mascota al veterinario.
Paseos en coche.
Algunos cuidadores tienen la costumbre de permitir que la mascota se asome a la ventanilla en los viajes en coche. A pesar de que la estampa es divertidísima (orejas al viento, ojos brillantes, enorme sonrisa peluda…) no es una práctica recomendable en ninguna estación del año, pero mucho menos en invierno. Una baja temperatura unida a la velocidad del vehículo provoca que el aire que inhala tu perro sea extremadamente frío y que afecte a sus vías respiratorias.
Por "hacer la gracia" estamos exponiendo a nuestro mejor amigo a un alto riesgo, ¿crees que merece la pena?
¿Y tú? ¿Cómo cuidas a tu perro durante el invierno?