Detrás de una palabra que a algunos les puede resultar peculiar - vegano - se esconde una decisión muy personal que implica mucho más que consumir, o no, alimentos de origen animal. Sabemos que una parte de los seguidores de las redes sociales de Mascotea y de Mascotour se declaran vegetarianos o veganos y que algunos otros… se lo están pensando. A todos ellos dedicamos este artículo: "Ser vegano, una decisión muy personal".
La definición.
Una excelente forma de empezar a comprender la esencia del vegetarianismo es consultar su definición. En el diccionario de la RAE vemos dos acepciones para este término:
- Vegetarianismo:
- Régimen alimenticio basado principalmente en el consumo de productos vegetales, pero que admite el uso de productos del animal vivo, como los huevos, la leche, etc.
- Doctrina y práctica de los vegetarianos.
Mucha gente se queda con la primera acepción, la más simple: los vegetarianos son aquellos que no comen carne. Pero ser vegano es… mucho más. No consiste simplemente en elegir una dieta alimenticia u otra. Esa elección voluntaria de no consumir productos de origen animal es, simplemente, la punta del iceberg de un férreo compromiso vital. Fijémonos en la primera palabra de la segunda acepción, "doctrina" porque nos da el punto de partida de nuestra explicación. Doctrina sería, en este caso, un sinónimo de filosofía de vida, de idea fundamental que mueve un conjunto de acciones predeterminadas con un objetivo concreto: respetar.
Imagen:
"Bokchoycooked" by Acceptable (talk) 02:55, 1 February 2009 (UTC) - Own work (Original text: I created this work entirely by myself.). Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons.
La filosofía vital del vegano.
Según leemos en la página web de la Asociación Vegana Española (AVE) la filosofía vital del vegano partiría de un concepto bastante simple: la creencia de que los seres vivos con los que compartimos el mundo son importantes, no son objetos dispuestos en la tierra para uso y disfrute de los seres humanos, tienen, en definitiva, una serie de derechos que la actual sociedad ferozmente consumista no respeta en absoluto.
Pensemos en los casos que casi todos conocemos. Esas mal llamadas granjas de cerdos donde miles de ejemplares se hacinan unos sobre otros en un mísero metro cuadrado. Esos laboratorios cosméticos donde los investigadores prueban, una y otra vez, la tintura de los lápices de labios en la tierna piel de perros y gatos. También podemos acordarnos, por qué no, de las fábricas de foie o, dicho de otra forma, esas instalaciones neonazis donde los operarios enchufan la boca de los patos a gruesos tubos con los que vierten litros de grasa en sus hígados para hacerlos crecer en dos días.
Algunas preguntas que te haría un vegano si tuviera oportunidad: ¿Cómo crees que un pollo de 2 kilos puede costar solo 1 € ya asado? ¿Por qué el precio de la carne de ternera en los grandes centros comerciales cuesta casi lo mismo que una bolsa de pipas? ¿Qué clase de carne contiene esa "Macro Estupenda Súper Hamburguesa King Extra Size" a 2 € con patatas incluidas?
Los ejemplos se suceden. Algunas personas optan por cerrar los ojos a esa realidad tan dura o, simplemente, no pueden permitirse consumir productos que no provengan de las grandes cadenas alimenticias. Otros deciden hacer sus compras en los mercados tradicionales y consumen carne y huevos solo de establecimientos donde se garantiza el trato humano a los animales destinados al consumo. Pero otra parte de la población toma una decisión drástica: no consume huevos, carne, leche, pescado… Elimina de su dieta todos y cada uno de los productos que pueden tener origen animal y basan su alimentación en los productos vegetales.
La dieta.
Si echas un vistazo a las etiquetas de cualquier producto del supermercado verás que ser vegano es casi una misión imposible. Un simple ejemplo: leemos el listado de ingredientes de unas galletas de calidad media alta. Lógicamente, encontramos lo obvio, es decir: harina de trigo, soja, azúcar, grasa vegetal y… trazas de leche. ¿Cómo puede llegar un producto de origen animal a esa humilde galleta redonda? ¿Qué extraño proceso interfiere en una supuesta simple mezcla de harina, azúcar y grasa que es una galleta? Y, la pregunta vital para los veganos: ¿De dónde procede esa leche? ¿De una vaca feliz que vive largos años en una granja tranquila? ¿De un animal maltratado encadenado con otros mil a una cochiquera subterránea?
Como este ejemplo, miles. Ser vegano hoy en día no es sencillo y si no vives en un pueblo o tienes la cartera bien llena es casi imposible. Pero muchas personas toman esa decisión y la mantienen. Acuden a especialistas para que les proponga dietas alternativas que no hagan peligrar su salud. Se unen y trabajan en asociaciones pro vegetarianismo para intentar explicar razonablemente sus puntos de vista. Intentan abrirnos los ojos, en definitiva, al compromiso vital que todos deberíamos seguir en nuestra vida: respetar a los demás, tengan dos, cuatro o mil patas. Sencillo. Complicado.