Aunque no existe aún una costumbre muy extendida, seguro que nuestro loro prefiere revolotear por la casa a estar las 24 horas del día metido en su jaula sin otra cosa que hacer. ¡A quién no le gusta un buen paseo! Aprendiendo un poco con ellos, se puede convivir con un loro revoloteando a nuestro alrededor, ¡y seguro disfrutaremos con ello!

Primer paso: nuestra ayuda

Los loros aprenderán a volar por instinto o poco a poco, pero el primer capítulo que debemos tener claro es que nuestro papel es fundamental a la hora de que aprendan a campar libremente por la casa. Tenemos que crear un vínculo con nuestro emplumado amigo, y a ser posible desde pequeñito, para que él confíe plenamente en nosotros. Si no es así, lo que intentará al estar libre es a huir de nosotros más que disfrutar de un buen vuelo, con lo que podría tener un accidente.

Es bueno crear este vínculo mediante pequeños entrenamientos. Jugar con ellos a menudo se convierte en una buena manera de comunicarse con ellos y que confíen en nosotros. Además, tendremos que enseñarle a ser sociable y que no tenga miedos, ni de nosotros ni de su entorno. Un loro debe tener confianza en lo que le rodea para no salir espantado y chocar contra ventanas u otros obstáculos. Si queremos que socialice podemos incluso darle pequeños paseos a exteriores dentro de la jaula. Así le acostumbraremos a sentir ruidos, movimientos, etc.

Se ha hablado mucho del recorte de las plumas de las alas en los loros. Suele decirse que es bueno para entrenarles, ya que al no sentirse seguros de poder volar, tenderán a aceptarnos más. Deberíamos quitarnos esa idea en cierta medida de la cabeza, ya que no podemos recortar el plumaje a un ave para obligarle a que esté con nosotros y que nos quiera. Esa confianza debe surgir natural, no porque el loro esté limitado. El recorte de alas puede ser bueno en cierta medida en otros casos, pero no para obligarle a crear un vínculo con nosotros.

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El vuelo requiere de un alto gasto de energía y fuerza

¡¡Toca entrenar!!

¡A mover las alas! Pero cuidado, no es tan sencillo. ¿Acaso no nos pasa a nosotros que si llevamos mucho tiempo sentados, se nos duermen las piernas y nos cuesta más andar? Pues imaginémonos ellos que puede que durante un largo tiempo no hayan ejercitado sus alas. ¡No tienen la suficiente fuerza!

El vuelo requiere de un alto gasto de energía y fuerza. Para los loros es un ejercicio muy importante, ya que les ayuda a desarrollarse físicamente. Además, para ellos es una gran terapia psicológica, ya que se mueven como si fuera por su entorno natural. Hay que recordar que muchos loros sufren de estrés, por lo que el que puedan volar libremente supone para ellos un gran alivio y diversión.

Para empezar, tendremos que preparar su &sala de entrenamiento&. Lo mejor será en una habitación no demasiado grande y cerrando puertas para que no realice más que vuelos cortos. Podemos colocarles pequeños premios repartidos por zonas de la habitación, para que vayan de uno a otro con pequeños revoloteos. De esta manera, irán cogiendo el tranquillo a eso de volar, y no correremos riesgos innecesarios.

Cuando veamos que él va sintiéndose más cómodo, podemos irle acostumbrando al resto de estancias de la casa, o abrirle la puerta a la siguiente habitación. Tendremos que prestar especial atención a los cristales de las ventanas, ya que puede que al principio se choque con ellas y podamos tener un buen susto. Si tenemos unas cortinas o bajamos un poquito la persiana al principio, mejor que mejor.

También podemos irle enseñando poco a poco a que vuele hacia nosotros, o incluso que atienda a nuestra voz. Podemos conseguirlo con un etrentamiento básico de acción-recompensa. Si desde pequeño cada vez que se posa en nosotros lo recompensamos con alguna golosina, seguro que él volverá muchas veces a nuestro hombro en busca de más.

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El mejor entrenamiento para volar para un loro, es la confianza mútua

¿Y fuera? ¿Podría sacar a mi loro?

Existen muchos casos en los que el vínculo humano-loro es tan fuerte que muchas personas sacan a su loro a dar pequeños vuelos al exterior. Pero esto lleva muchos años de entrenamiento y desarrollo de confianza mutua. En muchos casos, los loros también tienen las plumas de las alas recortadas para que no puedan recorrer largas distancias y así poder sacarlos a un patio. Pero debemos tener mucho cuidado ya que esto no es para nada infalible y le puede acarrear muchos problemas al animal.

Hay que tener especial atención de dónde sacamos a nuestro amigo emplumado. Que no haya riesgos provocados por otros animales, incluyendo otras aves que puedan atacarles estando en el exterior. Además, tampoco es aconsejable que haya demasiado ruido o muchas personas alrededor, ya que pueden asustarse e intentar huir en un descuido.

Como en todo, el vínculo es la clave para sacarlos al exterior. Primero tenemos que tener muy reforzada esa confianza dentro de casa para que él nos vea como su &bandada& particular. Hay que recordar que estas aves, en libertad, van siempre en grupos, advirtiéndose unos a otros de peligros que puedan existir. Nuestro papel es que nos vean como su compañero de grupo, y por lo tanto, que vea como una buena idea no alejarse demasiado de nosotros.

Si queremos ir dando pequeños pasos, lo mejor es sacarle en su jaula o en una jaula más pequeña para que se dé buenos baños de sol y vaya acostumbrándose. Pasado un tiempo, podemos ponerle en el respaldo de una silla o similar para que vaya cogiendo más confianza, dándole pequeños premios si viene hacia nosotros.

Existen arneses elásticos para loros, que si les acostumbramos desde pequeños, pueden ser de mucha valía a la hora de sacarlos al exterior. Tienen que ser cómodos y con la correa también elástica pero suave, para que no se sienta demasiado presionado.

Y lo más importante: ¡no dejarles nunca nunca solos! Sois un grupo, ¡no lo olvides!